Trastornos mentales

Ansiedad infantil, ¿cómo reconocerla y ayudar a quien la padece?

Ansiedad infantil
Alejandra Burgos
Alejandra Burgos

Psicóloga clínica

Según los expertos, la ansiedad en los niños es muy común; sin embargo, no es muy común que los padres acudan con ellos a terapia. ¿Cómo identificar si tu hijo o algún niño cercano tiene ansiedad?

Artículo escrito por: Daniela Alejandra Burgos Caro, psicóloga con experiencia en adolescentes y adultos jóvenes, y en asesoría e intervención sobre patologías del estado del ánimo.

La ansiedad es una emoción normal que surge como señal de advertencia ante situaciones que parecen amenazantes o novedosas. Al igual que otras emociones, la ansiedad también tiene un flujo directo sobre los sentidos o las sensaciones físicas dando lugar a cambios fisiológicos como aumento del riego sanguíneo, palpitaciones cardiacas, sudoración, sequedad en la boca, entre otros; los cuales tienden a desaparecer cuando la situación amenazante también lo hace.

Esta emoción posibilita en las personas la capacidad de generar respuestas que le permitan sobrevivir y/o mejorar los mecanismos de adaptación a su medio. Sin embargo, la ansiedad puede ser patológica cuando perdura en el tiempo o cuando las reacciones fisiológicas son desproporcionales respecto a la situación amenazante. (Cardenas, Feria, Palacios, & De la Peña, 2010).

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Por otra parte Gold (2006) afirma que aunque la ansiedad patológica suele ser uno de los trastornos con mayor prevalencia en los niños, es una de las problemáticas que menos se reporta en los motivos de consulta. En este sentido, Gómez Restrepo et al (2016) afirma que la ansiedad es uno de los trastornos más frecuentes en la infancia, encontrando que la prevalencia a nivel mundial de este trastorno en edad infantil oscila entre el 0.1 y el 0.6 % y para el caso de Colombia la prevalencia oscila entre 0.4 al 1.0 % siendo mayor en hombres que en mujeres.

¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad en niños?

Diversos autores como agrupan los síntomas de la ansiedad en tres categorías; a saber, los fisiológicos, los cognitivos y los conductuales de la siguiente manera:

Fisiológicos: Taquicardia, palpitaciones, rubor o palidez, sensación subjetiva de falta de aire, variación de temperatura en manos o pies, aumento de sudoración, parestesias, temblor, hipotonía muscular, calambres, hormigueo, diarrea, nauseas, dolor de cabeza o dolor en el pecho, insomnio, enuresis (perdida del control de esfínteres cuando ya se había adquirido), mareo y debilidad.

Cognitivos: Estados de preocupación constante, indisposición extrema o disgusto regular frente a una situación, ideas obsesivas sobre alguna situación de angustia, aparición de pesadillas, pensamientos de muerte inminente o peligro excesivo.

Conductuales: Comportamiento pegadizo con los tutores, reporta necesidad de ayuda constante, desarrollo de dependencia física con sus cuidadores y disminuye el contacto con otros congéneres, resistencia a ir a la escuela, quejas constantes sobre enfermedad o dolores específicos.

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¿Qué causa la ansiedad en los niños?

La aparición de ansiedad en la niñez comprende múltiples factores, sin embargo Picazo (2014) menciona dos aspectos relevantes en el surgimiento de la ansiedad infantil; por un lado se encuentra el bajo conocimiento del niño sobre sus propias emociones sumado a una incapacidad o capacidad insuficiente para gestionar o regular estas emociones; el otro aspecto relevante consiste en la exposición continua a situaciones novedosas que pueden generar tensión como por ejemplo el ingreso a la vida escolar, cambio de residencia o de escuela, situación traumática o negativa con alguna actividad específica o cualquier proceso que implique la separación de los padres o cuidadores.

Por otra parte se han asociado algunos factores de riesgo que también aumentan la probabilidad de la aparición de los trastornos de ansiedad en la niñez en la medida en que dificultan el aprendizaje adecuado de la gestión emocional en los niños, a saber; cuidadores con trastornos de ansiedad presentes de los cuales los niños aprenden los patrones de regulación emocional, ausencia de alguno de los padres física o emocionalmente y los entornos de crianza sobreprotectores o muy autoritarios (Cardenas, Feria, Palacios, & De la Peña, 2010).

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¿Si el niño no menciona nada, el adulto se puede dar cuenta?

La falta de capacidad de los niños para reconocer y verbalizar sus emociones muchas veces puede convertirse en un factor limitante para identificar la problemática, por tal motivo la observación y el dialogo por parte de los cuidadores son las principales herramientas para detectar la ansiedad.

Algunos de las señales en niños de muy corta edad pueden ser: 

  • Aparición de llanto espontaneo 
  • Perdida de control de esfínteres 
  • Rechazo constante frente a una situación
  • Adquisición de rutinas o actividades demasiado repetitivas

En edades más avanzadas pueden observarse la falta de apetito, quejas constantes del niño sobre malestar físico y el cambio en el temperamento del niño en la medida en que puede empezar actuar demasiado irritable, temeroso o retraído. Frente a esta última señal Gold (2006), afirma que el cambio en el temperamento es el principal motivo de consulta referido por los cuidadores, sin embargo, se trata de un síntoma que puede ser comórbido con otros trastornos como depresión o un trastorno de conducta y por lo tanto no es tenido en cuenta por los cuidadores como parte de un trastorno de ansiedad infantil.

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¿Cómo se puede manejar la ansiedad en los niños?

La intervención o el manejo de la ansiedad en los niños sobrecoge habilidades personales y habilidades familiares que le ayuden a afrontar al niño o niña esta dificultad. Martínez Escribano, Piqueras, & Salvador, (2017) resaltan como esenciales el manejo a partir del reconocimiento y la validación de la emoción ante las situaciones angustiantes por parte de los cuidadores; como por ejemplo preguntar: “¿Cómo te sientes?”, “Sé que puede ser tensionante o angustiante y está bien”, “Si me necesitas estaré para apoyarte”; por otra parte la educación en gestión emocional a partir de diversas técnicas como la respiración diafragmática o ejercicios cortos de atención plena ante situaciones angustiantes.

Por otra parte, Csoti (2011) sugiere las siguientes estrategias para el manejo de la ansiedad:

  • Enseñar estrategias de regulación emocional, especialmente respiración diafragmática.
  • Identificar los pensamientos de temor del niño y proponer soluciones o pensamiento alternativos.
  • Dar el espacio para que el niño se exprese libremente.
  • Hablar abiertamente de la situación para establecer de manera conjunta una solución cuando la ansiedad aparezca.
  • Enseñar a partir de juegos de roles los posibles eventos y las posibles soluciones.
  • Corregir la aparición de conductas intimidatorias del niño con otros compañeros.
  • Propiciar actividades de disfrute para que el niño pueda distensionarse.
  • No eliminar la fuente de ansiedad de inmediato, por el contrario se debe brindar la oportunidad al niño de enfrentarse a las situaciones ansiosas para que lleve a cabo de aprendizaje.
  • Entrenar y/o mejorar las habilidades sociales del niño.
  • Procurar un orden estable a lo largo del día dando al menos 15 minutos de preparación para actividades regulares, como para tomar el bus o salir de casa. Este espacio le permite al niño revisar que lleva sus cosas en orden y que está preparado.
  • Las estrategias suelen ser realizadas de manera conjunta entre el terapeuta y los principales cuidadores, quienes tienen un mayor efecto sobre la mitigación de la problemática.

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¿Cómo ayudar a que los niños manejen los ataques de ansiedad?

Los ataques de ansiedad se presentan cuando aparecen al menos 4 de los síntomas fisiológicos, siendo los más frecuentes, las nauseas, sensación de desmayo, llanto, molestias estomacales, temblores, sudoración, tensión muscular, hiperventilación, hormigueo, calor o frio repentinos y necesidad frecuente de orinar.

Así mismo, los ataques de ansiedad suelen tener lugar ante eventos o estímulos específicos como por ejemplo, la entrada de nuevo al colegio, el regaño de un padre, la primer exposición, entre otros.

El manejo de los ataques de ansiedad requiere de la puesta en práctica de la estrategia de respiración diafragmática, los guiones de tensión y distención muscular y el cambio de foco atencional. (Csoti, 2011). Aunque los ataques de ansiedad pueden durar desde unos minutos, incluso hasta algunas horas, es necesario mencionar que posterior al ataque los niños pueden continuar con sentimientos de inseguridad y por lo tanto manifestarse incapaces, renuentes o sin intención de abandonar el lugar de seguridad o la persona que les brinda esta sensación, motivo por el cual es necesario intervenir las ideas que han resultado de estos episodios con el objetivo de ayudar al niño a superar esta situación en ocasiones futuras.

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Para este objetivo las listas de posibles respuestas elaboradas de manera conjunta pueden resultar útiles, así como también abrir un canal de comunicación constante a través del cual el niño pueda manifestar sus inquietudes y el cuidador pueda motivar al niño a desarrollar estrategias para afrontar la situación de tensión (Plummer, 2014)

BIBLIOGRAFÍA

  • Cardenas, E. M., Feria, M., Palacios, L., & De la Peña, F. (2010). Guía clínica para los trastornos de ansiedad en niños y adolescentes. México: Instituto Nacional de Psiquiatría.
  • Csoti, M. (2011). Fobia escolar, ataques de pánico y ansiedad en niños. Lumen: Buenos Aires. Gold, A. (2006). Trastornos de ansiedad en niños. Archivo de pediatría Uruguaya, 77, 34 - 38.
  • Gómez Restrepo, C., Aulí, J., Tamayo Martínez, N., Gil, F., Garzón, D., & Casas, G. (2016). Prevalencia y factores asociados a trastornos mentales en la población de niños colombianos: Encuesta Nacional de Salud Mental 2015. Revista Colombiana de Psiquiatría, 45(51), 39 - 49.
  • Martínez Escribano, L., Piqueras, J., & Salvador, C. (2017). Eficacia de la intervenciones basadas en la atención plena para el tratamiento de la ansiedad en niños y adolescentes: Una revisión sistémica. Revista Intencional de Psicología Clínica y de la Salud, 25(3), 445-463.
  • Parrado, F. A. (2008). Ansiedad (Aspectos conceptuales) y trastornos de ansiedad en niños y adolescentes. Barcelona: Universidad Autónoma de Barcelona.
  • Picazo, C. A. (2014). Revisión teórica sobre los trastornos infanto juveniles. Prevalencia y factores de riesgo. Universidad de Jaen.
  • Plummer, D. (2014). Cómo ayudar a los niños a superar la apatía y la ansiedad. Madrid: NARCEA S.A.
     

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