¿Cómo influyen las emociones a la hora de comer?

Alimentación emocional cíclica

Las personas que no saben gestionar sus emociones de manera consciente y asertiva entran en una etapa en la que encuentran en la comida un escape de la realidad. 

De acuerdo con la bióloga y nutricionista, Laura Ordóñez, este tipo de alimentación se caracteriza por aparecer de repente. Al comer lo deseado el individuo tiende a no calmarse y además, comienza a sentir culpa o arrepentimiento.  

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La persona que la padece siente una gran necesidad de comer, necesidad que aparece de forma impulsiva e incontrolada, aunque realmente no tenga hambre para poder satisfacer “algo” que le está perturbando. Y ese “algo” se traduce en un conflicto emocional que no está resolviendo de forma adecuada. Es decir que el sujeto come para saciar necesidades emocionales y nunca físicas.

Razones más habituales que la pueden provocar:

Mala gestión de las emociones

Las emociones son más importantes de lo que podemos imaginar, por esa razón, lo que nos han enseñado de que las emociones negativas no tienen ninguna repercusión física, es falsa. Sin una salud mental óptima o con un descontrol emocional en el que escondemos, reprimimos y/o contenemos, lo único que vamos a conseguir es mantener el problema.

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Percibir la comida como exclusiva fuente de placer

Aunque para muchos es un placer degustar la comida, para otros se convierte en una adicción en donde por medio de esta la entienden como la única responsable de satisfacer nuestros vacíos o necesidades.

Baja autoestima

Los individuos con baja autoestima o inseguridad se sienten insatisfechos constantemente, por lo que cuando encuentran algo que puede llenar esa sensación de vacío la convierten en una adicción.

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Exceso de autocontrol

Muchas personas reprimen y controlan las ganas de comer, sin embargo, esto puede producir un efecto rebote en la que la persona comienza a comer compulsivamente en lapsos de tiempo reducidos

Consecuencias

Con el tiempo, esta ansiedad de comer comienza a tener repercusiones negativas como el aumento de peso, la diabetes, el colesterol, la gastritis y el estreñimiento. Además, cuando ese alivio termina es posible que aparezcan más sentimientos negativos como culpa, obsesión, arrepentimiento o vergüenza, lo que hace que se repita nuevamente el ciclo.

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¿Cómo salir de esta etapa?

• Identificar los aspectos y momentos que sean los detonantes de esa necesidad de comer. Detectando estos aspectos será mucho más sencillo preverlos y elaborar estrategias que nos ayuden a dejar la compulsión de comer.
• Descansar bien. No dormir las suficientes horas hace que estemos más cansados e irritables, y también tiene un efecto directo sobre nuestro organismo, aumentando los niveles de hambre.
• Hacer ejercicio. La actividad física aumenta los niveles de dopamina y relaja la tensión acumulada, por lo que es un aliado esencial a la hora de disminuir los niveles de ansiedad, estrés y otras emociones negativas.
• Designar mínimo 20 minutos para comer, para que el cerebro libere leptina, la hormona que envía al cuerpo la sensación de saciedad; y así poder disfrutar conscientemente la comida, permitiéndole el objetivo de alimentarnos.
• Relajarte. Practicar técnicas de relajación de forma habitual, disminuirá la tensión acumulada durante la jornada, lo que ayudará a calmar nuestro estado de ánimo y quitar la ansiedad.

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