Adicciones

¿Qué es el "doomscrolling" y cómo nos afecta? Cuatro consejos para controlarlo

Doomscrolling

El neologísmo "doomscrolling" se ha vuelto un término cada vez más popular en la evaluación del comportamiento respecto de la recepción de la información en la era digital. A continuación te contamos sobre este fenómeno y sus consecuencias en nuestra salud mental.

¿Qué es el doomscrolling?

El término se compone de la unión de dos vocablos ingleses, doom (que se entiende como destino trágico o fatalidad) y scrolling (que se refiere al desplazamiento en pantalla de los celulares). Se trata de una práctica que se ha descrito como el consumo excesivo de información o noticias negativa en nuestras pantallas (móviles, computadores, etc.). 

Este fenómeno, que también se conoce como doomsurfing, se ha incrementado durante la pandemia (periodo en el que surgió el término) a causad del estado de permanente alerta e incertidumbre ante la crisis mundial. La inmensa cobertura de la pandemia en todos los medios masivos de comunicación, plataformas, redes sociales, etc., elevó exponencialmente la alarma a nivel noticioso y, por lo tanto, los patrones de consumo digital de noticias asociadas.

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Como han explicado algunos especialistas, estar informados es una necesidad humana que nos sirve como un mecanismo de defensa básico. Sin embargo, dicho mecanismo no siempre se ve acompañado de las herramientas necesarias para actuar frente a la crisis.

Es ampliamente conocido que los medios actuales han modificado las dinámicas de la forma como consumimos información en relación con la forma como se hacía hace apenas un par de décadas, pero también ha reconfigurado la información misma. Sabemos que ya no hay dos o tres medios, más o menos confiables, que nos informan de algunos acontecimientos, sino decenas, cientos, miles de ellos, que nos bombardean, una y otra vez, con la misma noticia o similares, en una especia de repetición angustiante que, según han explicado expertos, tiene serias repercusiones en nuestro bienestar emocional.

Doomscrolling y el "sesgo negativo"

A esta repetición enfática se suman los recursos audiovisuales mediante los cuales se presentan actualmente las noticias. Las fotografías, videos y demás material gráfico suelen explicitar de manera más cruda ciertos eventos. Esta explicitación, según se ha analizado en algunos estudios en universidades estadounidenses, han logrado exacerbar una llamativa tendencia cognitiva del ser humano que se ha denominado en psicología como “sesgo negativo” o “sesgo de negatividad”.  

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El sesgo negativo es una propensión generalizada del ser humano por prestar mayor atención e interés a los aspectos negativos de la experiencia vital, que a los positivos.
Sin embargo, como ya se mencionó, el gran problema no radica exactamente en el sesgo negativo, sino en que a la hora de recibir información negativa demanera excesivamente frecuente, no se cuente con las herramientas para comprenderla y asimilarla de manera efectiva, útil y crítica. Por lo cual,  en lugar de a una estrategia de acción lógica, el doomscrolling conduce a experimentar sentimientos de angustia, desesperanza, temor generalizado, aislamiento, etc.

¿Qué hacer ante el droomscrulling?

La información, los medios y los dispositivos mediante los cuales accedemos a ellos están ahí siempre y no dejarán de estar, pero debemos ser usuarios responsables y críticos para que aquello que consumimos no vaya en detrimento de nuestra vida emocional. Algunas prácticas saludables al respeto pueden ser las siguientes:

  1. Ser conscientes del sesgo: comprender que el llamado “sesgo de negatividad” opera en todos nosotros nos hace conscientes de que somos proclives a esta propensión hacia lo negativo y nos permite ser más críticos, es decir, evaluadores de aquello a lo que brindamos atención excesiva.
     
  2. Exponer nuestros puntos de vista y abrir el debate: las redes sociales proporcionan espacios en los que se puede interactuar, cuestionar lo que se informa, explicar puntos de vista. Hacer uso de dichos espacios puede resultar una práctica más saludable que solo recibir de manera pasiva los contenidos que se no presentan. Lo mismo puede practicarse con nuestros círculos sociales, amigos, familia, pareja, etc.
     
  3. Diversificar y sanear la calidad de los contenidos: el viejo dicho de “más es mejor” es tan inoperante como el minimalista “menos es mejor” en estos casos. Sin embargo, si queremos tener una mejor recepción de la información, debemos darnos a la tarea de clasificar y de verificar las fuentes que consultamos en relación con su calidad. Formarnos un criterio toma tiempo, pero es imprescindible.
     
  4. Regular el tiempo: pero no basta con depurar aquellas páginas que seguimos o fuentes que nos informan, también es necesario autoregularnos en el consumo. La adicción a las plataformas o al celular puede ser otro factor que influya y debe atenderse.

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