Impacto en la salud mental

15 mitos sobre el suicidio que debemos derribar

Mitos sobre el suicidio para derribar

Existen muchos mitos alrededor de las personas que tienen ideas suicidas o se suicidan, se dice que no expresan lo que están pensando o sintiendo, que es por llamar la atención, que son débiles, entre otras cosas. ¿Qué tan cierto es?

Sergio Pérez Barrero, médico y fundador de la Sección de Suicidiología de la Asociación Mundial de Psiquiatría explica en su artículo: ‘Los mitos sobre el suicidio. La importancia de conocerlos’ que los mitos son criterios culturalmente creados que, sin contar con la veracidad científica y actuando como juicios de valor erróneos, justifican determinadas actitudes de quienes los sustentan o los experimentan y, en ese sentido, se convierten en un freno para la prevención del suicidio.

En ese sentido, destaca algunos de ellos y expone los criterios científicos que, deben primar, para poder hacer efectiva su ayuda en prevenir el suicidio.

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¿Cuáles son algunos de esos mitos?

  • Mito 1: El que se quiere matar no lo dice y el que lo dice no lo hace.

9 de cada 10 personas que se suicidan manifiestan claramente sus propósitos y creer que no lo hacen conduce a no prestar atención a las personas que manifiestan sus ideas suicidas o amenazan con suicidarse, pero; además a minimizar las amenazas suicidas que pueden considerarse erróneamente como chantajes, manipulaciones, alardes, etc. 

  • Mito 2: Los que intentan suicidarse no desean morir, sólo lo hacen para llamar la atención y si de verdad se hubieran querido matar, se hubieran tirado delante de un tren.

Las personas nunca lo usan como una forma de llamar la atención, en ese sentido, no tiene nada que ver qué tan letal es el método que seleccionan, sino que están haciendo algo para atentar en contra de su vida y manifiestan lo que los aqueja, les genera mucho dolor y les hace pensar que terminar con la vida es una alternativa.

  • Mito 3: El sujeto que se repone de una crisis suicida no corre peligro alguno de recaer y todo el que intenta el suicidio estará en ese peligro toda la vida.

Existe un mayor riesgo de suicidio cuando la persona ha tenido intentos previos; sin embargo, con buen acompañamiento es posible que la persona aprenda a dar manejo de sus crisis emocionales y no recurra al suicidio como una alternativa en posteriores oportunidades.

  • Mito 4: Todo el que se suicida está deprimido.

Aunque toda persona deprimida tiene posibilidades de realizar un intento de suicidio o un suicidio, no todos los que lo hacen presentan este trastorno. Pueden presentar otras condiciones como esquizofrenia, alcoholismo, trastornos del carácter, entre otros.

  • Mito 5: Todo el que se suicida es un enfermo mental. 

Las personas con enfermedades mentales se suicidan con mayor frecuencia que la población en general, pero no necesariamente hay que padecer un trastorno mental para hacerlo. No caben dudas de que todo suicida es una persona que sufre.

  • Mito 6: El suicidio se hereda. 

No está demostrado que el suicidio se herede, aunque se puedan encontrar varios miembros de una misma familia que hayan terminado sus vidas por suicidio. En estos casos, lo heredado es la predisposición para tener determinada enfermedad mental en la cual el suicidio es un síntoma principal, por ejemplo, los trastornos afectivos y la esquizofrenia.

  • Mito 7: El suicidio no puede ser prevenido, pues ocurre por impulso. 

Antes de intentar suicidarse, toda persona evidencia varios síntomas que se han definido como síndrome presuicidal, consistentes en constricción de los sentimientos y el intelecto, inhibición de la agresividad (la cual ya no es dirigida hacia otras personas y se reserva para sí) y existencia de fantasías suicidas, todo lo cual se puede detectar a su debido tiempo, a fin de evitar que esta persona lleve a cabo sus propósitos.

  • Mito 8: Al hablar sobre el suicidio con una persona en este riesgo se le puede incitar a que lo realice, pues sólo los psiquiatras pueden prevenir el suicidio.

Está demostrado que hablar sobre el suicidio con una persona en tal riesgo, en vez de incitar, provocar o introducir en su cabeza esa idea, reduce el peligro de cometerlo y puede ser la única posibilidad que ofrezca el sujeto para el análisis de sus propósitos autodestructivos.

Es cierto que los psiquiatras son profesionales experimentados en la detección del riesgo de suicidio y su manejo, pero no son los únicos que pueden prevenirlo. Cualquiera interesado en auxiliar a este tipo de personas puede ser un valioso colaborador en su prevención.

  • Mito 9: El suicida desea morir. 

El suicida está en una posición ambivalente, es decir, desea morir si su vida continúa de la misma manera y desea vivir si se produjeran pequeños cambios en ella. Si se diagnostica oportunamente esta ambivalencia, se puede inclinar la balanza hacia la opción de la vida.

  • Mito 10: El que intenta el suicidio es un cobarde o es un valiente.

Los que intentan suicidarse no son valientes ni cobardes, sólo son personas que sufren, pues la valentía y la cobardía son atributos de la personalidad que no se cuantifican o miden según la cantidad de veces que alguien se quita la vida o se la respeta.

  • Mito 11: Sólo los pobres o ricos se suicidan. 

El suicidio es una causa de muerte que se observa con mayor frecuencia en los habitantes de países desarrollados que en países subdesarrollados, pero evidentemente los ricos no son los únicos que se suicidan, los pobres también pueden suicidarse, aunque es más probable que mueran de otro tipo de enfermedades por sus condiciones de pobreza.

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  • Mito 12: Sólo los viejos o niños se suicidan

Los ancianos realizan menos intentos de autodestrucción que los jóvenes, pero utilizan métodos más efectivos al intentarlo, lo cual conlleva a la muerte con mayor frecuencia. Después que un niño adquiere el concepto de muerte puede cometer suicidio y, de hecho, ellos toman decisiones de este tipo a estas edades.

  • Mito 13: Si se reta a un suicida, éste no lo intenta. 

Retar al suicida es un acto irresponsable, pues se está frente a una persona vulnerable en situación de crisis cuyos mecanismos de adaptación han fracasado, ya que predominan precisamente los deseos de autodestruirse.

  • Mito 14: Cuando una depresión grave mejora ya no hay riesgo de suicidio.

Casi la mitad de los que atravesaron por una crisis suicida y consumaron el suicidio, lo llevaron a cabo durante los tres primeros meses tras la crisis emocional cuando todos creían que el peligro había pasado. Ocurre que cuando la persona mejora, sus movimientos se hacen más ágiles y está en condiciones de llevar a vías de hecho las ideas suicidas que aún persisten, y antes, debido a la inactividad e incapacidad de movimientos ágiles, no podía hacerlo.

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  • Mito 15: los medios de comunicación no pueden contribuir a la prevención del suicidio. 

Los medios de comunicación pueden convertirse en un valioso aliado en la prevención del suicidio si enfocan correctamente la noticia sobre el tema y cumplen las siguientes sugerencias de los suicidólogos sobre cómo difundirlas:

  1. Publicar los signos de alarma de una crisis suicida: llanto inconsolable; tendencia al aislamiento; amenazas suicidas; deseos de morir; desesperanza; súbitos cambios de conducta, afectos y hábitos; aislamiento; consumo excesivo de alcohol o drogas; realización de notas de despedidas; etc.
     
  2. Publicar las fuentes de salud mental a las que se puede acudir en caso de una crisis suicida. Asimismo, se deben divulgar aquellas instituciones, organizaciones y líderes naturales a los cuales recurrir para recibir la primera ayuda psicológica cuando se está en una situación de riesgo de suicidio.
     
  3. Divulgar los grupos de riesgo suicida:

    - Los deprimidos.
    - Los que tienen ideas suicidas o amenazan con el suicidio.
    - Las personas que hayan realizado un intento suicida.
    - Las personas en situaciones de crisis.
    - Los sobrevivientes o familiares del suicida.
     
  4. Divulgar medidas sencillas que permitan a la población saber qué hacer en caso de detectar una persona con riesgo de suicidio:

    - Preguntar siempre a la persona en situación de riesgo suicida si ha pensado en el suicidio. Si la respuesta es afirmativa, evitar el acceso a cualquier método que pueda dañarlo.
    - Nunca dejarlo a solas mientras persistan las ideas suicidas.
    - Avisar a otras personas significativas para la persona que contribuyan a evitar la ocurrencia de un acto suicida.
    - Acercarlo a las fuentes de salud a recibir atención especializada.

Para leer más tarde: Si estás luchando con el impulso de hacerte daño, infórmate sobre cómo detenerlo

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