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Escucha activa: qué significa y cómo podemos desarrollarla

Escucha activa

La escucha es, en términos generales, el acto mediante el cual recibimos y procesamos la información que percibimos con nuestros oídos. Pero el acto de escuchar en la comunicación es mucho más que solo recibir información, es también comunicar en relación con dicha información.

Una habilidad adquirida

Muchas veces hemos escuchado la conocida frase “viste pero no miraste”, con la escucha activa ocurre algo similar. Escuchar de manera activa no es solo oír y asimilar lo que nuestro interlocutor o interlocutores nos manifiestan; se trata, sobre todo, de recibir el mensaje de manera consciente para poder, a su vez, comunicar al otro que lo que intenta manifestarnos lo hemos comprendido y, además, lo hemos analizado y considerado críticamente.

Para ello, la atención, concentración, análisis del discurso, capacidad crítica y habilidades de respuesta juegan un papel central, puesto que, sin estos elementos, es prácticamente imposible el proceso de la escucha activa.

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La escucha activa es un habilidad que, como cuaquier otra, necesita de práctica consciente y constante para dominarla. Para ello te damos algunas herramientas útiles en la práctica de la escucha activa.

Tres claves para la escucha activa:

  1. Disposición emocional: la escucha activa se da cuando tenemos una plena conciencia de nuestro papel en el acto comunicativo del diálogo. Evidentemente, no siempre tenemos la mejor disposición psicológica para atender a los detalles o para comprender las necesidades y expresiones del otro, de modo que debemos comprender nuestra disposición emocional a la hora de realizar esta práctica, de lo contrario puede dificultarse.
     
  2. El mensaje importa tanto como la expresión: como dijimos, la escucha activa de trata lograr que quien se comunica con nosotros sepa no solo que lo hemos comprendido sino que nos importa, y por eso analizamos y evaluamos de forma crítica lo que nos ha comunicado, para poder dialogar de forma enriquecedora y no vacía. Pero esta atención no implica únicamente percibir lo dicho sino, también, lo no dicho. Todo el lenguaje no verbal de una persona, sus emociones al expresarse y sus aparentes intenciones son claves en el proceso.
     
  3. Empatía: la empatía es una manera en la que participamos de la condición afectiva del otro, por lo cual es pieza clave en la escucha activa, puesto que nos permitirá entrar en la realidad de la otra persona y ofrecerle un escenario de mayor comodidad para el diálogo. 

La escucha activa surge de la validación emocional que le damos a nuestro interlocutor, por lo tanto, las siguientes conductas son poco recomendables, puesto que no permiten la comunicación empática.

Prácticas que debemos evitar:

  • Ofrecerte socorro de manera anticipada
  • No hacer contacto visual
  • No preguntar 
  • Interrumpir al interlocutor
  • No prestar atención
  • Juzgar o no validar las emociones y expresiones del interlocutor
  • Priorizar nuestras ideas o hablar de uno mismo 

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