Qué es la salud mental y cómo puede abordarse de forma confiable
Es cierto que el asunto de la salud mental ha ganado terreno en los últimos años, puesto que durante mucho tiempo, fue desprestigiado o, incluso, satanizado. Ahora, a causa de la pandemia del COVID-19, el tema se potenció aún más y su difusión y comprensión es cada vez mayor en distintos ámbitos.
Sin embargo, aunque desearíamos que a estas alturas nadie creyera aún que ir a terapia o asistir al psicólogo es solo cosa de locos, siguen existiendo grandes interrogantes no solo sobre lo que es la salud mental sino, también, sobre la forma como se aborda actualmente.
¿Una buena salud mental?
Cuando buscamos una definición sobre el tema, es común remitirnos a la OMS, y a su concepto sobre la categoría salud (“un estado de completo bienestar y no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia”) aplicada al funcionamiento de la mente y al comportamiento que esta origina en una persona.
En ese sentido, la OMS considera mentalmente sano al individuo que es consciente de sus propias aptitudes, tiene la capacidad de afrontar las presiones normales de la vida, trabaja de forma productiva y fructíferamente, y contribuye con su comunidad (Informe Compendiado de la OMS - 2004, en colaboración con la Universidad de Melbourne). Esta definición de salud mental es bastante acertada en cuanto a la noción según la cual salud equivale a bienestar.
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Algunos problemas sobre la noción de salud mental
Hasta ahí todo parece claro. Los problemas surgen cuando observamos que, si se asume la existencia de un “sujeto sano” hay, también, por oposición, un “sujeto enfermo”, lo cual nos permitiría hablar de una “enfermedad mental” o del todavía vigente “trastorno mental”. Y es aquí, al hablar de las anteriores categorías, cuando parece que se abre una caja de Pandora.
Y es que no es para menos. Parte de las críticas que recibe la clasificación actual de las patologías mentales (específicamente basadas en el CIE 10 o en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM)) tienen que ver con que ese tipo de sistematización, afiliado al modelo biomédico, puede conllevar problemas en la práctica clínica tales como pacientes sobrediagnosticados o infradiagnosticados de trastornos o enfermedades mentales. Es claro que la salud mental no es, en absoluto, un tema de tan fácil abordaje.
Reflexionemos un momento...
Una enfermedad es considerada como tal cuando tiene una etiología (estudio de las causas), un curso (descripción de la evolución) y un pronóstico (predicción del desarrollo) más bien delimitados. Y, sin embargo, muchas enfermedades físicas (si es que esta distinción es realmente válida) carecen de una etiología clara o delimitada, o presentan cursos radicalmente distintos entre un paciente y otro. ¡Cuánto más será así en las enfermedades asignadas al orden mental! Por eso, es especialmente recomendable tener mucho cuidado a la hora de establecer un diagnóstico (tanto propio como ajeno) de una supuesta patología mental, dado que se puede estar pecando o de exceso o de carencia. Conviene, en ese sentido, atender bien a la forma como se abordan las enfermedades mentales e indagar en los distintos modelos terapéuticos que ayuden a considerar la inmensa complejidad que conlleva esta dimensión tan relevante de nuestra vida hoy.
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Importancia de la salud mental: más allá del debate clínico
Renunciar a las respuestas totalizantes, dadas de una vez y para siempre, respecto de la salud mental es, quizás, una muy buena opción en principio, puesto que todavía hoy le queda a la medicina, la psicología, la psiquiatría o la sociología, entre otras áreas del conocimiento, un largo camino por recorrer en esta materia. Lo que es indiscutible y debe seguir promoviéndose cada vez más:
es el interés sobre nuestra salud mental, sobre sus problemas, las dudas que nos genera, el análisis propio, la atención a nuestro estado psíquico y psicológico, nuestro desarrollo mental en entornos complejos, la búsqueda por establecer espacios de diálogo sobre el tema y el ahondar con mayor profundidad en la posibilidad de comprendernos a nosotros mismos y a nuestro entorno a la búsqueda de un estado de bienestar cada vez más consciente.