Terapias psicológicas

Prevención del suicidio: ¿cómo puede ayudar la crianza?

Prevención del suicidio
Johana Ortiz
Johana Ortiz

Psicóloga clínica

Una de nuestras psicólogas explica cómo se puede prevenir una depresión mayor y, en algunos casos, un suicidio. Ver las señales y la red de apoyo también son claves.

Uno de los trastornos de salud mental que para muchos empieza a cobrar sentido, razón por la cuál, decidimos incluirlo en nuestro día a día ante cualquier signo o síntoma es la depresión. 

Desafortunadamente, el hecho de aceptarlo en nuestra vida cotidiana no permite que le prestemos la atención que requiere, pero además, que lleguemos al punto de normalizar cualquier frase que se pueda ligar a este término. Un ejemplo de ello es que en la actualidad podemos escuchar a más de un conocido/a verbalizar con mayor frecuencia: “sino ocurre tal cosa, me muero”, “juro que me quito la vida si me dejas”, “no tiene sentido vivir”, entre otras. Estas expresiones deben empezar a ser signos de alarma y no pasar por alto; permitiendo así, que lleguemos a prestar atención de manera oportuna a quien lo necesite.

Para leer: ¿Qué le pasa a una persona con depresión?

Es bien sabido que algunas causantes de este diagnóstico, el cual presenta alta prevalencia en adolescentes y adultos jóvenes, se debe a:

  • La baja tolerancia a la frustración
  • La impulsividad
  • El bajo estado de ánimo
  • Las dificultades para la resolución de problemas
  • La disfunción familiar
  • Las problemáticas psicosociales
  • El consumo de drogas
  • El alcohol

Todos estos factores generan un malestar psicológico importante que puede manifestarse con sentimientos de soledad, minusvalía, confusión y desesperanza, aumentando la probabilidad de presentar ideación suicida.

La depresión y el suicidio

Como bien lo demuestran las estadísticas, aunque el sexo femenino tiene mayor prevalencia en la ideación y/o deseo suicida, es el sexo masculino quien presenta mayor frecuencia en los actos consumados.

Lo que nos indica que las mujeres suelen hablar con mayor frecuencia de sus sentimientos, a diferencia de los hombres, que se cohíben e inhiben de buscar y pedir ayuda; de allí es importante permitir que como sociedad empecemos a normalizar y a hacer parte de nuestra vida el hecho de SENTIR.

¿Qué diferencia hay entre la depresión y la tristeza? ¿Por qué es importante no confundirlas?

Cuando nos encontramos ante situaciones que no sabemos cómo manejar y sentimos que todo se junta: nuestro sueño y alimentación se alteran, no encontramos motivación y el rendimiento laboral, familiar y escolar se ven afectados, puede que se genere una posible depresión y, si estas llevan un tiempo prudente puede considerarse una depresión mayor. De allí a que muchas veces encontremos en el suicidio una vía para la resolución de este malestar emocional.

Factores de riesgo

Pero bueno, si bien sabemos, todos hemos presentado dificultades y muchos dirán: "yo no he pensando en esa opción", esto se debe a que contamos con dos recursos importantes: el factor genético, que es el hereditario, y el factor ambiental, que es nuestro día a día.

Si tengo algún familiar que haya estado diagnosticado con depresión aumenta la probabilidad, más no es una regla que indique que se puede llegar a desarrollar un diagnóstico similar. Adicional a esto, si el factor ambiental lo refuerza la probabilidad aumentará de manera significativa. Reitero no es una ley.

Lo importante aquí es reconocer que no todo es malo, también existen factores protectores, estos son los que disminuyen la probabilidad que ocurra, un ejemplo de ello es contar con una red de apoyo, y me refiero a una de cuidado y validación donde comprenda la situación por la que se está pasando y se tienda una mano amiga, basada en buscar el verdadero bienestar.

La melancolía no es igual que la depresión, pero sí hace parte de ella

Prevención

Brindar a nuestros hijos un estilo de crianza democrática y, como bien su nombre lo dice, que se base en la negociación de necesidades y cómo suplirlas de manera adecuada, hace parte de estos factores protectores.

Enseñar desde la infancia la importancia de pedir ayuda cuando no nos sentimos bien, de poder encontrar un espacio seguro donde se puedan expresar las emociones sin temor a sentirse juzgado y mucho menos minimizado, de permitirse reconocer que también está bien, no estar bien, y que llorar no nos hace débiles y mucho menos frágiles o malas personas; es empezar a normalizar, no los diagnósticos psicológicos clínicos, sino el permitirnos estar, sentir y expresar aquello que nos está generando incomodidad.

Pero, evidentemente, la solución no se basa solo en vivir en la incomodidad, es poder encontrar el equilibrio en que, aunque estemos incómodos, busquemos la manera de aceptar, perdonar y permitirnos avanzar. Y que cuando realmente nos sintamos estancados, a pesar de intentarlo y no encontrar salida, podamos buscar ayuda profesional, no con el objetivo de encontrar la cura sino de tener ese acompañamiento que se requiere para avanzar.

¿Cómo ayudar a otro?

Sabemos la importancia de un proceso terapéutico y de comenzar a crear conciencia para buscar ayuda, adicional a esto, es importante no minimizar sus emociones y darles el valor que requieren, intentar motivarlo a hacer actividades que antes disfrutaba, movilizarlo y no dejarlo solo.

Mantener escucha activa a sus necesidades y preguntar constantemente: ¿de qué manera puedo ser de apoyo para ti en esta situación? es clave.

Te invitamos a leer: 10 claves para saber qué hacer si tu pareja tiene depresión

“La depresión es una prisión en la que eres tanto el prisionero como el cruel carcelero”.
Dorthy Rowe.

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