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Positividad tóxica: ¿qué es y cómo podemos evitarla?

Positividad tóxica

Mucho se habla actualmente sobre la necesidad de ser positivos, de tener una actitud alegre permanentemente, ante cualquier panorama de la vida, de “ver siempre el lado bueno de las cosas”, pero esto, aunque lo parezca, no siempre es conveniente.

¿Qué es la positividad tóxica?

La positividad tóxica es, en resumen, la obligación de permitirnos únicamente actitudes y sentimientos positivos. Desde la creciente onda del New age de finales de los 80 hasta el auge de los motivadores personales y de gurús de la meditación, durante la última década, son incontables las formas en que resultó propagándose la llamada “psicología positiva” (que inauguraría Martin Seligman). Muchas de estas prácticas han favorecido un estilo de vida optimista y han ayudado a algunas personas a enfrentar las dificultades de la vida. Sin embargo, la banalización de las terapias positivas, la simplificación del discurso optimista y, claro, la correspondiente mercantilización de “la buena onda”, del “carpe diem” o del “good vibes devinieron en un problema riesgoso: la presión generalizada por ser totalmente positivos, en toda situación, siempre

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La presión mediática del discurso positivo, y su integración y difusión en la sociedad (mediante redes sociales, publicidad, etc.) representa un verdadero peligro para la salud mental. Especialistas consideran que exacerbar la práctica de la “positividad” puede llegar a ser sintomático, puesto que evitar a toda costa sufrir es en sí misma otra manera de sufrir. 

Según el explicó a BBC Mundo el psicólogo Antonio Rodellar, no podemos obviar ni ignorar toda la gama de sentimientos y emociones humanas, incluidas las que no parecen positivas, como la tristeza, la frustración, la rabia, la envidia, la ansiedad, etc, puesto que estas emociones también nos ayudan a sobrellevar la vida y a comprender el mundo que habitamos, nos protegen, nos guían y nos alertan. Despreciarlas es un grave error, muy propio de las modas culturales, pero muy poco conveniente para nuestro bienestar integral.

Señales de una positividad tóxica

  •  Ignorar las reacciones o acciones de enojo, ira, irritación, miedo, etc.
     
  •  Incapacidad de identificar los sentimientos
     
  •  Imposibilidad de comunicar las emociones 
     
  •  Incapacidad para identificar lo que nos disgusta y sus causas
     
  •  Necesidad exacerbada de ocultar o disimular las emociones
     
  •  Imposibilidad de validar la emoción y tendencia a remplazarla (“puede ser aún peor” o similares)
     
  •  Bloquear o reprimir los sentimientos que se consideran negativos
     
  •  Implementar estrategias de desplazamiento de las emociones (forzarse a realizar cualquier acto que implique distraer la atención hacia otro objeto de interés)

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Reprimir emociones y disfrazar este acto bajo la máscara de la positividad puede sobrecargarnos y afectar nuestra salud mental y física. El estrés, la ansiedad, la ira y otros pueden ser consecuencias de esta positividad tóxica. La ausencia de conciencia crítica sobre las emociones propias terminará deviniendo en la imposibilidad de gestionar adecuadamente nuestra afectividad.

Cuatro consejos para evitar la positividad tóxica:

  1. Validar nuestras emociones (sean cuales sean): La mejor forma de actuar ante emociones negativas es aceptarlas y darles el valor que merecen. Sentimos lo que sentimos por numerosos motivos y debemos ser conscientes de que todas nuestras emociones son legítimas y, si bien debemos comprenderlas para gestionarlas, no son equivocadas o malas por sí mismas.
     
  2. La autenticidad es una buena aliada: No ocultarnos es siempre una gran virtud. No tenemos que tener miedo o resistencia a expresarnos ni a reconocer que, a veces, nos sentimos mal. Ser honestos con nosotros mismos parece fácil, pero no siempre lo es. 
     
  3. Conciencia propia: El ejercicio de la autoconsciencia es imprescindible para gestionar nuestra vida emocional y afectiva. Ser conscientes de lo que sentimos e intentar desvelarnos los orígenes y causas de dichos sentimientos es fundamental para nuestra salud mental.
     
  4. Estar mal no está mal: No estamos obligados a sentirnos bien todo el tiempo. Aunque las redes sociales pululen de mensajes positivos tóxicos, nadie tiene una vida perfecta ni una emotividad o una condición emocional completamente estable y saludable siempre. Todos lidiamos con problemas y lo mejor para hacerlo es saber que no está mal sentirnos mal y que ser conscientes de ello es ser honestos con nosotros y no ser ingenuos ante la vida.

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